Lo bueno, muchas y variadas cosas. La mejor, algo muy inusual en un concierto: la gran comunicación entre artista y público. No recuerdo algo igual de divertido en un concierto de este calibre. La Joy (nunca había estado) es un teatro estilo Koko en Londres pero bastante más pequeño, y Mike Skinner se dedicó a señalar con el dedo (que en otras circunstancias es de mala educación y en estas es de buena) a quien le hacía gracia del público, y les decía cosas. Repartía cervezas, pedía porros, y la gente encantada. Al principo, más en general, se dedicó a pedirle a la gente que se despertase y a provocar haciendo gestos de irse a la cama, aunque yo creo que en realidad esto se lo decía a sí mismo, porque el papel de un tío como el Skinner, pretendiendo que todo el mundo se lo pase teta, tiene su mérito y requiere de un buen esfuerzo.
Otra de las cosas que me sorprendió muy gratamente fue que tocara con una banda en directo en la que sólo estaban pregrabados los arreglos de viento y cuerda, algunos samplers y para de contar. Batería, bajo, guitarras, teclados, y los dos raperos (el negrito se lo estaba pasando bomba y cada estribillo se lo cantaba a alguien del público con una enorme sonrisa). La escenografía también fue muy bonita con el fondo cambiando a cada canción.
Y el repertorio, pues fue un grandes éxitos. No eché de menos casi ninguna, hit tras hit, las conocía todas (o casi), y aunque es difícil cantar en un concierto así salí sin voz, sudado y muy contento. El bis fue espectacular con Turn the page, Heaven for the weather y Fit but you know it. Antes habían caído Weak become heroes, Could well be in, Dry your eyes, Too much brandy, Let´s push things forward, Blinded by the lights, Has it come to this o It´s too late, o sea, que para entusiasmo general se centró en sus dos primeros discos.
Cheers Mike!