viernes, 19 de diciembre de 2008

Primavera Club

El primavera club lo consideraba yo el anti-festival. Con el único reclamo musical conocido de La Buena Vida (Soidemersol es con diferencia el disco que peores recuerdos me trae junto con el Manta Ray y Corcobado -yo no existo hoy, nada tiene que ver conmigo-), Wave Pictures y Hefner, no me hacía precisamente ilusión volver a viajar el fin de semana. Pero no fue sólamente el festival lo que hizo que pasase uno de los mejores fin de semanas del año.
Llegué a la calle Princesa en el Alsa y decidí que "Dos policías" era buena opción para saludar a Madrid. Caminé hasta Callao escuchando a Los Punsetes y un poco a Triángulo, pero en cuanto bajé al metro, me puse Escuela de zebras. Disfruté mucho del paseo.

Despues de merendar y leer el increible CV del Dr. G-Lups en su casa de Pirámides, ya en la Joy, La Buena Vida estuvieron correctos. Pero, ¿cómo podría ser de otra manera?. Esta gente ya no tiene edad para salir al escenario con las camisas sin planchar. Si la orquesta no suena desafinada y no se equivocan entre mi menor y la menor, no hay posibilidad de comentar demasiado. LBV no son Animal Collective, ni, por dar más argumentos, El Niño Gusano, ni LE MANS, ya querrían. Pero bueno, no me afectó tanto escuchar esas canciones despues de tanto tiempo (bueno, es que de muchas ni me acordaba, casi que sólo de la primera). Afortunadamente no hubo bises.
Despues, Eli "Paperboy" Reed y los True Loves me brindaron el primer concierto de soul que veo en mi vida, y fue más heavy que Sepultura en 1996. Impresionante demostración de poderío con unas buenas sobredosis de una voz que es un portento, un guitarreo brutal y vientos poderosos. Nos subimos a verlo a los palcos del teatro y disfruté tanto que no quité ojo en todo el concierto. Justo cuando estaba grabando el final de la actuación con mi cutre-cámara algo me golpeó el costado y era la baqueta que había lanzado el batería que, por cierto, estaba destrozada.

Despues rápidamente marchamos al Nasti a ver como Abe Vigoda le rompían los oídos a las no más de 25 personas que estaban viéndoles tocar. Presidiendo sus distorsiones africanas (eran todas iguales, pero molaban), este peluche que aparece encima del amplificador. A mí los 15 minutos que vimos me gustó, aunque el sonido era malo malo.
Más tarde, entre las croquetas de Fuencarral, las patatas de Patatín, el Naranja y la cola del Ocho y Medio (no llegamos a entrar) pasé una gran noche. Todo fue culpa de Eli Reed y de la ginebra.
Al día siguiente me levanté con resaca en la glorieta de Pirámides.. y el Dr. G-Lups me torturó con una visita, mochila al hombro, a un carrefour que NO estaba tan cerca. Llovía y yo estaba jodidillo. El ibuprofeno tardaba y tuve que recurrir a a la carne roja y la cerveza para entrar en calor.

Creíamos una multitud para ver a The Wave Pictures a las 5 de la tarde, y resulta que fue un concierto ante 50 personas. Mejor imposible. Dada mi pericia con el inglés y el hecho de estar en primera fila, le trasmití al cantante todas mis ocurrencias, y fue super divertido. Aunque se dejaron sin tocar algunas de las pocas canciones que les conozco, lo que en principio iba a ser un concierto de pop molón y personal estilo Hefner, por momentos se convirtió en blues cañero lleno e guiños entre los músicos y aquí, con la ayuda de Jack Hayter, guitarra de Hefner, fue donde David Tatterstall se sintió más cómodo y más se divirtió. Como me dijo un día un amigo, Wave Pictures son como Hefner pero con grandes solos de guitarra. Y, según dijo David, el cantante, muy apenado, "en Inglaterra odian el blues por culpa de Eric Clapton".

Darren Hyman y Jack Hayter, Hefner, cantaron, a renglón seguido, sus himnos con la ayuda del público desde el principio y, desde la cuarta o quinta canción, de la parte rítmica de The Wave Pictures. Estuvo de lo más entretenido. De hecho, era la primera vez que escuchaba The Sad Witch, o sus tres legendarios himnos, o sea, el himno al servicio de correos, el himno al tabaco y el himno al alcohol, en directo. En la primera canción, the Hymn for the alcohol, Darren, aún sólo, dejó su guitarra a un lado, se bajó del escenario (bueno, lo de bajarse es un decir, porque el escenario del Nasti tendrá un desnivel de 15 cms.) y cantamos todos con él ese mítico estribillo. Don’t start me on the rum, Just because it makes me numb. Start me on the whiskey I know whiskey is his drink. You never drank it with me but now you drink it with him, I’m not good enough for whiskey, not good enough for you.
Y a ese gran momento pertenece la foto de cabecera de esta entrada.

Después de estos coniertos de media tarde y ya bastante perjudicados con tanto himno al alcohol y tantos gintonics a 7 euros, totalmente felices de la vida (yo el que más, creo), nos fuimos Zara Kebab el Dr. G-Lups y yo de aquí para allá, y vimos por partes iguales a Mark Lanegan & Isobel Campbell, al Madrid vs. el Barcelona y a Giant Sand. La verdad es que estos últimos conciertos no pudieron ser vistos desde una perspectiva objetiva ni siquiera clara.

Cenamos por Huertas, jaleamos a Samuel y a Leo en uno de los bares más cutres que recuerdo (con una ensaladilla en platito como a 7 euros), desvariamos alegremente, y nos encontramos con los dos Osos, que nos brindaron cañas, mejillones y croquetas de morcilla.
Y cuando ya, de puro agotamiento íbamos a volver a Pirámides, nuestro gran amigo Jaleo nos dijo: venid un segundín a este bar que se llama la Antigua y ya os vais. Y allí nos quedamos cantando canciones de Rafaella Carrá, Nino Bravo, La Bola de Cristal, Emilio Aragón y demás glorias hasta que nos echaron.
Glorioso fin de semana.

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